El Acuerdo – Citas-Parte 3
El Demonio del Aparta Hotel, se dirige a su habitación de invocaciones…
— Mi Señor Manitú, hay un hombre que me recuerda a otros seres y no lo entiendo. Soy tu siervo —dice el demonio.
Tras varios minutos de trance, callado y totalmente inmóvil, el demonio despierta…
— Pero… ¡Será posible! ¡Es la misma persona! ¡Es ella! —grita sorprendido y confundido, solo en la habitación.
Tiene un teléfono de emergencia para el “Personal Limpiador”.
— ¿Llamo o no llamo? —se pregunta una y otra vez— ¡Esto es increíble! ¿Y yo soy el bicho raro?
Mientras tanto, el Mutante está decidiendo con quién practicará sexo hoy. Hay muchas mujeres por la zona y elije a una vestida totalmente de negro y con un maquillaje impecable.
— Hola, ¿quedamos? —pregunta el Mutante a través de la aplicación.
— Vale, ¿mañana a las 19:00 te viene bien? —contesta la mujer en la pantalla.
— Preferiría hoy —vuelve a escribir él— eres muy atractiva…
— Lo sé. ¡A las 12:00, en mi casa! —aparece en la pantalla como si fuera una orden.
— ¡Perfecto! —escribe él, sin dejar de notar el detalle— pásame tu dirección y allí estaré.
La mujer le pasa la dirección y ambos cierran el chat.
El Demonio decide llamar al Mutante…
— Soy yo —dice el demonio con voz agria— quedamos esta tarde a las 16:00.
— Sí, de acuerdo —contesta el Mutante— allí estaré.
— Bien.
El Mutante ha sentido algo extraño en la voz y en la forma de hablar del Demonio después de su último encuentro. Lo ha notado frío y distante. Algo pasa…
A la hora acordada, llega al Aparta Hotel y se dirige directamente a la casa del Demonio…
— Hola —saluda.
— Hola, pasa —saluda fríamente el Demonio.
— ¿Tienes trabajo para mí? —pregunta.
— No —Contesta de manera seca el Demonio— tenemos que hablar. Sé quién eres y lo que eres. Me has estado tomando el pelo, soy tu puto alimento y eso no me gusta.
— Se te olvida una cosa —interviene el Mutante encarándose al Demonio— Te he dado placer con tres cuerpos diferentes y entre ellos a “una virgen” ¡Deberías ser más agradecido! Yo solo he tomado de ti tu semen que, de otra forma habría quedado esparcido por el suelo o quién sabe dónde. Sí, ¡Me he alimentado de ti! Mejor dicho… te he dejado la polla reluciente cada vez que nos hemos visto y… ¿todavía me tocas los cojones? Mi cambio de sexo tiene un motivo que no puedo decir, pero yo siempre cumplo en mi trabajo… el sexo contigo es un extra del que los dos salimos beneficiados… ¡Yo obtengo alimento, y tú placer! ¿Algún problema con eso?
El Demonio se queda paralizado, no esperaba una contestación así de contundente y en realidad… hasta está de acuerdo con el argumento. Total… él tira su semen a diario.
— ¡Hagamos un pacto! —exclama el Mutante.
— Yo no hago pactos con mutantes —contesta el Demonio— nosotros, los Demonios solo los hacemos con nuestra “Señora Lilith”.
— Bueno —no hace falta que sea un pacto —responde él— con llegar a un acuerdo me vale, y creo que a ti también… Los dos salimos ganando. ¿Qué quieres de mí?
Tras un rato pensando, el Demonio dice…
— ¡Ya está! Cada vez que nos veamos, yo decidiré en qué te transformas para mí y tú no pondrás ninguna pega, a cambio… todo mi semen será tuyo ¿de acuerdo?
— ¡De acuerdo! —contesta al instante el Mutante. ¿nada más?
— No… lo quiero firmado ¡Con tu sangre! ¿Eso te supone algún problema?
— A mi no… pero puede que a ti si… y lo sabes.
— Te equivocas —dice el Demonio— quedaremos vinculados por la sangre y eso no se puede romper. El que lo rompa, deberá dar la vida en pago. ¿Firmas?
— No hay problema…
Los dos se hacen un corte en la palma de la mano y sellan el pacto con todas sus consecuencias. El Mutante se asegura su alimento y el Demonio se asegura placer a su conveniencia. ¡Los dos ganan! O… eso creen. La unión de un Mutante y un Demonio es una bomba de consecuencias impredecibles…
— Debo marcharme —dice el Mutante.
— Bien —contesta el Demonio— Estamos en contacto… “Hermano”.
— Por cierto… La próxima vez que te hagas una paja, guárdame el yogurt en un bote y paso a por él —dice riendo. Adiós “Hermanito”.
El mutante se marcha a su casa, atiende a sus animales, se ducha, se viste y se dirige a la casa de su tercera cita… después de la bronca y el consiguiente pacto con el Demonio… tiene unas ganas feroces de follar, pero no sabe lo que se va a encontrar, hoy solo quiere desfogarse, follar y nada más… Llega y llama al timbre.
— Hola —se escucha una voz— pasa al fondo.
— Gracias — dice al verla— ¡Qué cuerpazo tienes, guapa!
La dominatrix, cierra la puerta con llave y le invita a bajar unas escaleras. Todo le parece muy extraño al Mutante, pero la sigue empalmado ante tal hembra.
— ¡Quiero que estés calladito y hagas lo que yo te diga! —ordena la mujer.
— ¿Por qué? —pregunta él pensando que vaya día lleva de órdenes— Yo solo quiero follar. Prefiero marcharme, hoy ya he colmado el día de órdenes y esto no me va.
Follaremos cuando yo lo decida, pasa y desnúdate.
— Muy bien —interpela él— Haré todo lo que tú quieras si me das un beso…
— Muy bien, así me gusta —dice riendo la Dominatrix— ¡Acércate y ponte de rodillas!
— ¿Es que hoy no voy a tener más que disgustos y órdenes? — se pregunta— me voy a descansar. Con lo bien que podríamos haber follado y la tipa esta… me viene del rollo este, ¡Vaya mierda de día!
Al llegar al portal de su casa, la vecina está tirando la basura…
— Hola vecina, ¿Te ayudo? —le pregunta.
— Gracias vecino —le contesta— ¿Qué tal estás?
— Hoy ha sido un día duro en el trabajo, ¿Qué tal estás tú? —le pregunta él.
— Recuperándome poco apoco. Hecho mucho de menos a mi perro. Me hacía mucha compañía…
— Te entiendo —dice él— Yo tengo tres gatos y son mi alegría.
— Me marcho a descansar —dice la vecina— Hace frío, hasta mañana.
— Adiós, hasta mañana —contesta el Mutante mientras piensa que otra vez se le ha escapado y lo guapa que estaba la vecinita—
Se siente muy atraído por ella, rozando la gilipollez. Entra en su casa y… descansa. Ha sido un día extraño.