El Ardiz de La Mutante
La mutante necesita alimentarse de forma rápida, está sin fuerzas. Su aspecto físico no en muy agraciado. Coge el móvil e instala una App de Tinder. Al momento le salen varios hombres para quedar y practicar sexo. Elige al más pequeño y callado… ¡será su último día en la tierra!
A través del chat, quedan en un parque para beber cerveza y fumar unos porros y allí hablarán de sexo de forma más íntima.
La mutante se arregla, vaqueros, algo de maquillaje.
— ¡Que fastidio! ¡Es que no tengo ni una curva! —piensa.
Llegan por separado al parque, se saludan y la Mutante le propone una felación allí mismo. El chico se queda sorprendido.
— Pero… ¿aquí mismo? —Pregunta cortado.
— ¡Claro! —contesta ella— aquí está oscuro y no nos verá nadie. ¡Bájate los pantalones!
La Mutante comienza a comerle la polla y el chico se corre enseguida…
— ¡Es el mejor día de mi vida! —dice exaltado.
Con la boca llena de semen, ella le pide un beso… será su último beso. Le empieza a absorber su fuerza vital y lo deja solo, sentado con los genitales fuera y se marcha.
En poco tiempo, llega a su casa, el semen del chico le servirá por poco tiempo, pero es un alivio y le da fuerzas para unos días. Ahora necesita semen de Demonio para poder transformarse y esta vez, tiene pensado hacerlo en hombre, aunque primero, tiene que dejar cerrados los negocios. Mañana contactará con el Aparta Hotel.
— Hola guapo —saluda.
— ¿Vienes hoy? —contesta el Demonio pensando en su cuerpo.
— No puedo —le interpela— Te llamo para decirte que voy a estar un tiempo fuera, pero tengo un regalo para ti.
— ¿Cuándo vuelves? —pregunta desesperado.
— No lo sé, voy a hacerme una reconstrucción de nalgas y el postoperatorio es largo —se excusa ella.
— Pero… ¡si estás estupenda así! —exclama él— no lo entiendo, pero… ¿Cuál es mi regalo?
— Tengo una amiga virgen —le explica— y no sabe cómo practicar sexo. ¿Puedes ayudarla?
— ¿Virgen dices? —pregunta asombrado— Sí, claro. Yo la hago el favor. Eres un putón. Y… ¿los negocios?
— En unos días, pasará por tu Aparta Hotel un apuesto hombre, pregúntale por el tiempo y él te contestará que qué importa el tiempo que haga. Él me sustituirá. ¿A qué hora quieres que te mande a la virgen? ¿En la siesta?
— Si, sobre esa hora puede estar bien —contesta.
— Trátala con cariño —le sugiere— ya sabes a lo que me refiero.
— Sí, tranquila —le dice él riendo— como si fueras tú misma, no te preocupes.
— No, como si fuera yo misma, no —dice riendo— que a mí me haces de todo. Sé atento, delicado y haz lo que ella te pida.
La Mutante ha dejado preparado su cambio de sexo para sus negocios y su alimento, una jugada perfecta… Llegada la hora de la siesta, se dirige al Aparta Hotel con su aspecto de morena, delgada. Necesita comer…
— Hola, tenía una cita aquí —saluda como si estuviera nerviosa.
— Sí, creo que es conmigo —contesta el Demonio, llevándola a su habitación.
— No sé qué hacer —dice ella.
— No te preocupes por nada —dice él de una manera fanfarrona— ¿Quieres desnudarte?
Ella se desnuda, fingiendo pudor, mientras él se pone cada vez más cachondo ante la joven de apariencia desvalida.
— Ven aquí conmigo —le dice mientras se saca el aparato delante de su cara— ¿has visto alguna vez un pene?
— No —contesta ella con los ojos totalmente abiertos— ¡Qué grande es! —exclama— ¿No me harás daño con eso?
— Tranquila —dice el demonio totalmente creído— tengo un lubricante, con sabor a melón que te encantará. ¿Quieres probarlo?
— Vale —contesta ella.
La mutante, empieza a chupar el pene del demonio…
— ¡Qué rico está! Y… ¡Qué suave es! —exclama con la boca llena hasta la garganta.
— ¡Qué bien lo haces! —dice él— muévelo así, rápido y verás qué divertido.
— ¡Qué grande y duro está!
— Échate en la cama y abre las piernas —le dice susurrándola en el oído.
El demonio la penetra suavemente durante unos minutos, como le dijo a su amiga, la cuida y la trata con delicadeza sin saber realmente que es ella.
— Me gusta mucho tu polla dentro de mí pero… quiero volver a chupártela. ¡Eso me ha encantado!
— Tranquila, que ahora mismo te la doy para que la chupes todo lo que quieras —dice él apunto de correrse de placer.
El demonio, atendiendo a las peticiones de la chica, se sale del cuerpo de ella. Tiene el pene cubierto de sangre, la mutante no le había engañado, era virgen —piensa.
— Está manchado de sangre —dice.
— No importa —contesta ella— ven, dámela toda para mí.
La Mutante, comienza a succionar el pene del demonio mientras con las dos manos lo mueve de arriba abajo sin parar hasta que el demonio se corre casi sin poder evitarlo y asombrado por cómo ha aprendido tan rápido. Ella se traga todo su semen y le limpia los restos con la lengua. ¡Objetivo cumplido!
— ¿Te ha dado clases tu amiga? —pregunta el demonio.
— Bueno… —contesta ella— me habló de las felaciones y de que a ti te gustaban mucho. No sé si lo he hecho bien, yo soy muy tímida.
— ¡Lo has hecho muy bien! ¡Muy bien! —dice él mosqueado— por un momento he creído que era ella quien me la chupaba…
¡Tenéis el mismo ansia con el semen! ¡Ni que os alimentarais de él!
— Mi amiga dice que tiene proteínas y yo la creo, además… está muy rico. ¿es que te ha molestado?
— Vale, vale, —contesta él— cuando quieras más… solo tienes que llamarme y te doy todo el que quieras.
El Demonio está agotado, parece mentira que una chiquilla virgen le halla dejado así de extenuado, se queda tirado en la cama mientras ella se viste y se va lamiéndose los restos de semen que aún le quedan por la cara y las manos. Ahora se encuentra bien.
— Gracias, ha sido un placer —se despide.
— No las des —contesta él— el placer ha sido mío.
[…] Continúa en… «La Transformación» […]