La Bruja Negra
Se casó con el Psicópata Sexual con un acuerdo prematrimonial. No tiene acceso a todo el dinero y eso la corroe por dentro…
Practica la brujería a diario. Tiene una colección de cadáveres y pócimas para hacerlo y disfruta con ello. Es la encargada de los gastos de la masía y siempre quiere ahorrar en esto. Raciona los víveres de las víctimas y de su marido con la excusa de que se pondrá obeso.
Antes de bajar al calabozo, se maquilla como si estuviera enferma y dialoga con las víctimas, fingiendo que le da miedo su marido para que confíen en ella y le cuenten lo que hacen abajo con sus cuerpos. Incluso llora con las secuestradas, les dice que tiene mucho miedo y al subir las escaleras, sube riendo.
— ¡Qué tontas y confiadas son y qué cuerpos más tiernos! —se dice a sí misma.
En la cama, o mejor dicho… en el sexo, tiene dominado a su marido. Le da órdenes y hace con él lo que le da la gana, cosa que a él le gusta. Le ata a sillas y le pega, le introduce cosas por el orificio anal… y todo tipo de vejaciones. Llevan muchos años casados, y como dice ella, está harta del sexo convencional, quiere experiencias nuevas.
La primera vez que se lo expuso a su marido, se quedó alucinada por la pronta aceptación de él, como si estuviera acostumbrado. Ella en realidad se lo toma como un desahogo y expresa toda su furia en esa relación tóxica mientras el marido cree que eso es lo que le gusta. Sin embargo, sí le gusta el sexo y las pollas, pero no la de su marido. Para eso tiene al guardaespaldas, o más bien, como le llama ella “Mi guardacoño”. Piensa en el guardaespaldas cuando está con su marido y luego, cuando no está, folla con él y come su miembro todo lo que puede.
Por el momento, el guardaespaldas acata sus órdenes y le recompensa por ello. Si no, terminará en el pantano con todos los muertos.
Ahora que ha conseguido quedarse sola durante unos días con el marido y han dado unos días libres al guardaespaldas… Ahora, ejecutará su plan.
[…] Continúa en… «Los Cazadores Malditos» […]