La Venganza del Demonio Iracundo
La noticia de la muerte de la chica, le cayó como una jarra de agua fría al demonio. Le dio un beso en la frente para protegerla y ahora estaba muerta y no sabe cómo conseguir el nombre del asesino, además él mató a la recepcionista, que era la única persona que en teoría sabía quién la había contratado, fue un impulso diabólico por el desprecio que sintió al ofrecerle otra chica…
— Pero… ¡Tenemos más chicas! ¡Puede elegir! —dijo con frialdad la recepcionista.
No pudo evitarlo, ahora solo tiene dos opciones, mostrar su verdadero “Ser” a los ojos de los humanos o esperar a La Mutante para que ella encuentre otra forma de averiguar quién fue el maldito cliente y decide esperar… Demasiados líos y había prometido a su jefe que se controlaría.
Al día siguiente, llega La Chamana Pelirroja a Latinoamérica, que sigue haciéndose pasar por La Mutante de este mundo. Mientras nadie se dé cuenta… no habrá caos “inter-mundos”, pero como no arreglen pronto los Seres Extraordinarios el error… cualquier día alguien se dará cuenta. Ella debe volver a su mundo.
— Es increíble —piensa— mira que he estado en diferentes mundos y todos son iguales. En todos existe una raza de seres que lo jode todo. Todos los mundos tienen su plaga y en este… La plaga son los humanos. En fin… Yo a mi trabajo, que ahora estoy pluriempleada.
El Demonio la espera en el aeropuerto con un taxi…
— ¡Hola Guapo! —le dice al verle.
— ¡Hola zorrón! —contesta él— te queda bien el pelo rubio, te recordaba pelirroja. Monta, en el hotel te explico el trabajo.
— Tranquilo —le dice ella— Ya sé lo que quieres y… Tú pagas los gastos, además de un “extra” aparte de lo que tú sabes. Por cierto, yo tampoco recordaba lo grande que eres… espero que todo siga siendo proporcional.
— ¡Eres la leche…! —contesta— ya veo que no cambias, sigues igual de zorra, aunque hay algo en ti que me parece diferente, a parte del pelo.
— ¡Ya sabes cariño! Los negocios, son los negocios y éste… es especial. A trabajo especial… apariencia especial. Además… tampoco te recordaba yo tan vestido y de incognito… sin la cornamenta, me refiero y yo, no digo nada.
— Será eso… —sentencia él.
El trayecto desde el aeropuerto al hotel se le hizo eterno al Demonio. Estaba intranquilo, nervioso, sudoroso y muy irritable. Parecía salirse de su ser por momentos. Al llegar, entran los dos a la habitación de la Chamana y el demonio cierra la puerta.
— Veo que te ha afectado mucho la muerte de la chiquilla, lo siento —dice la Chamana al notar el estado del Demonio.
— Sí —contesta él nervioso— y en este negocio no es bueno mostrar esta debilidad. Nadie más debe enterarse o me liquidarían. Le di una buena propina y le dije que se fuera a casa, pero en vez de hacerlo, aceptó otro cliente, que la mató —se sincera sollozando y sigue— Le di un beso en la frente… ¡Qué belleza y qué melancolía tenía…!
— Madre mía… ¡Pues sí que te ha impresionado el tema! Tienes razón, es mejor que nadie se entere de esto. Mañana hablaré con el recepcionista que, por cierto, tengo entendido por lo que me ha comentado el Jefe, que es nuevo porque no sé qué de un accidente que tuvo la anterior, pero bueno… los accidentes laborables suceden… ¿no?
— Si, no pude evitarlo… Pero bueno, infartos hay todos los días. Son una raza débil —explica el demonio.
— En estos hoteles no les interesa la “Mala Fama” y todo lo tapan. A ellos, estas cosas tampoco les gustan, pero tragan porque hay clientes muy importantes y plenipontenciarios alojados durante todo el año. La mayoría son unos sádicos y en estos países, la prostitución de niñas y niños y las muertes por encargo están a la orden del día. Esta raza no tiene futuro…
— Cuando tengas los datos de ese cabrón pedófilo, me informas —le dice— Yo me voy a mi habitación, ahora estoy muy agresivo y no soy buena compañía. Necesito descansar, desde la noticia de su muerte, no vivo agusto.
Por la mañana, a primera hora, la Chamana se dirige a la recepción. Hay un hombre mayor tras una barra de aspecto rancio y desagradable…
— Buenos días, necesito cierta información, bien pagada por supuesto. Tome esto —le dice sacando varios billetes.
— ¿Qué quiere saber? —pregunta el recepcionista— por este dinero, le digo hasta el número de pelos que tengo en los testículos.
— Por favor, no sea soez —le contesta ella— Hace unos días apareció muerta una joven masajista y quiero saber quién fue su último cliente. La chica era mi paciente.
— Esa información la desconozco, señorita —dice entrecortado el recepcionista.
— No le he preguntado si conoce o desconoce nada —dice ella con sarcasmo— he dicho que quiero saber quién estuvo con ella y usted… me lo va a decir.
Después de un rato duvitativo, el recepcionista le dice muy bajito…
— Aquí no, por favor. Si quiere quedamos después de mi turno y yo le doy la información. Es muy peligroso hablar de esto, hay ojos y oídos en todas partes y la persona implicada es muy importante. Por favor, luego hablamos.
— Muy bien… ¡Hasta luego!
Por la tarde, quedan en un viejo bar del centro…
— No he venido a tomar nada con usted, no se confunda, no es mi tipo y esto no es una cita, con un café me vale — contesta ella molesta— Dígame lo que quiero saber y me iré.
— La persona que estuvo con la cría, es un político del gobierno y ¿sabe lo más curioso de todo? —empieza a explicarle el recepcionista— Que nadie ha dicho nada, se ha limpiado la habitación y él sigue en el hotel como si nada. Al hotel, este tipo de clientela no le interesa, pero no puede hacer nada. Son capaces de cerrarnos. Si usted viene a tirar la basura, bienvenida pero por favor, no hable de mí con nadie y hágalo fuera del hotel —sigue hablando mientras le devuelve el dinero y le da una copia del documento de identidad del pedófilo— Habitación 203.
— Dele ese dinero a la familia de la chica, si no lo quiere usted —dice la Chamana— Y no se preocupe, aquí no dejaré ninguna basura.
— Por cierto —le dice el recepcionista— Tenemos servicio de masajistas masculinos, si lo desea.
— ¿Está usted de broma? —pregunta ella. Yo estoy servida, gracias.
La Chamana se dirige a la Habitación del Demonio…
— ¡Está en la habitación 203! —exclama— Aquí no podemos dejar la basura.
— No te preocupes por eso —dice él— He estado dando una vuelta y he localizado un basurero perfecto para “esa basura”.
— Estás muy estresado —dice la chamana guiñando un ojo— Déjame que te relaje un rato.
— No puedo contigo… —dice él esbozando una sonrisa— ¡Eres el mejor putón que he conocido! —exclama el demonio bajándose los pantalones.
La Chamana se introduce su polla en la boca y empieza a moverse como solo ella sabe hacer, hasta que el demonio se corre, tragando todo su semen.
— Sí, estás perfecta —dice el demonio tumbado y desahogado— Voy a intentar descansar. De madrugada vamos a por él. Alquila un coche para trasladar esa mierda y una cosa… de su vida, me encargo yo. No le mates, quiero que me lo entregues con vida porque tengo una pequeña sorpresa para ese hijo de puta.
— ¡Hola preciosa! —exclama babeando— Pero… ¿Quién eres tú? ¿Te has perdido?
— Hola señor —dice ella— soy un regalo del hotel, por las molestias del otro día.
— ¡Pasa, pasa! Pero… ¡Qué culito más bonito tienes! —dice mientras se empalma y saca su polla. ¿Me la chupas un poquito?
— ¡Claro! —dice ella antes de que el termine de hablar.
— ¡Qué bien lo haces, preciosa!
Sin mediar palabra, y ante la sorpresa del pedófilo, la chamana se vuelve a transformar, pero esta vez en una bruja con grandes dientes, le arranca la polla de un mordisco al mismo tiempo que le clava las uñas de los pulgares en los ojos. El pedófilo no puede ni gritar del dolor y entra en estado catatónico, debido al veneno que le introduce la Chamana por las cuencas ya vacías.
Al rato, sale y avisa al Demonio, que no da crédito a la escena que allí se encuentra…
— ¡Joder! —exclama— que yo solo te pedí que no lo mataras… Esta faceta tuya no la conocía. Lo dicho, pareces otra persona.
— Y dale… con eso de que parezco otra… No está muerto —contesta ella— solo catatónico, en un par de horas volverá a tener consciencia. A mi tampoco me gustan los pedófilos… Solo era un escarmiento y no te voy a cobrar más por ello, tranquilo… Ha sido un verdadero placer. Ya puedes darle tú, tu sorpresa.
Recogen el cuerpo, limpian todo y salen sin ser vistos hasta el garaje. Una vez metido en el maletero, se dirigen al basurero. El pedófilo empieza a despertarse, pero no puede ni gritar, solo se retuerce de dolor…
— Bueno… ahora te toca a ti —dice la chamana— ¿Cuál es tu sorpresa? Estoy deseando saber cómo piensas matar a este pervertido…
— No le voy a matar —dice el demonio.
— ¿Cómo? —pregunta ella.
— No, lo van a hacer unas amigas, y muy despacito —dice con una sonrisa que da miedo.
— Vamos a esperar que esté consciente del todo —dice el demonio— quiero que disfrute del espectáculo.
Se acerca al pedófilo y le dice…
— Recuerdos de Gabriela… ¡Hijo de puta! ¡Nos vemos en el Infierno!
Le empuja a la zanja, vuelve a colocar la plancha de acero y se marchan al Hotel.
— ¿Sabes una cosa Chamana? —pregunta con una sonrisa.
— Dime —dice ella.
— ¡No sabes las ganas que me han entrado de follar!
— ¿Sabes tú otra cosa? —pregunta ella.
— Dime —dice él.
— ¡No sabes el hambre que me acaba de entrar!
[…] Continúa en… «Las Consecuencias» […]