La Venganza
El Mutante se encuentra tirado en la cama, despierto con cara sádica. Abre la boca y empieza a absorber la nada… En la otra punta de la cuidad, la Cirujana cae en el baño y muere.
Qué placer siente el Mutante al tomar la vida de la Cirujana. Se duerme como un bebé recién comido.
Al día siguiente, vuelve al parque, pero cambió el horario. Es tarde noche, la hora aproximada en la que los violadores de su vecina abandonan el parque. El hombre con la mano vendada, se dirige a su casa por un sendero del parque. El mutante, en el coche, le espera a la salida.
— Perdone, ¿sabe usted qué parque es este? —le pregunta bajando la ventanilla— es que me he perdido.
— ¡Que te den por el culo! —le contesta de una manera muy desagradable— ¡Encuentra tú solo tus cojones!
— Le pago, ¡ayúdeme, por favor! —vuelve a decirle.
— ¿Cuánto me das? —pregunta.
— ¿Cuánto quiere?
Una vez que el violador se confía, se acerca al Mutante y él, saca un pañuelo y le tapa la nariz por sorpresa. El violador pierde el conocimiento y él le introduce en el maletero del coche como su fuera un trapo sucio. A pocos minutos, por una carretera secundaria, coge un ángulo de colgar jamones, se lo clava en el omóplato y le arrastra con una soga hacia dentro de la arboleda. Hay una tumba cavada. El violador, solo puede mover los ojos y lo hace cada vez más rápido. Siente un inmenso dolor, pero no puede mover ni un solo músculo.
El violador, tiene la cara impregnada de cortes finos y llena de sangre, mucha sangre… Le desnuda y sigue infringiéndole cortes por los brazos, continúa por las piernas y el pecho. Le corta los pezones y se los introduce en la boca. Le da la vuelta y raja todo el cuerpo. Se fuma un cigarro tranquilamente mientras le va clavando la navaja por diversos sitios que no provocan la muerte. No va a absorber su ser, aún sabe a la cirujana y eso le gusta.
Junto a la zanja que cavó días antes, hay una pala escondida al lado de un árbol, introduce al violador y empieza a enterrarle vivo y una vez cubierto de tierra, se marcha a su casa con sus gatos. Los echa de menos. Ese ronroneo y el sabor que le ha dejado la Cirujana le hace sentirse bien. Piensa que debería haber follado con ella, antes de matarla, pero ya ha cobrado y ya no puede ser. Quizás vuelva al prostíbulo para practicar sexo con su nuevo cuerpo. Últimamente está muy liado entre el sexo y el trabajo y eso le satisface.
— Es tarde, y no tengo confianza con ella para importunarla —piensa— Me fijaré en sus rutinas, para abordarla mejor.
Entra en su buhardilla y se dirige a la cama. Se desnuda y seguidamente se masturba pensando en la vecina, pero algo le preocupa… Nunca había sentido eso que tanto le atrae de ella, y lo peor de todo… no solo es sexo.